Los expertos que reunió en su jornada bianual resaltaron la importancia del acompañamiento como el principal factor para responder a este problema.
Hurkoa, fundación tutelar para la atención, defensa y tutela de personas mayores y/o con enfermedad mental en situación de fragilidad, dependencia o desprotección, organizó recientemente un evento junto al Gobierno Vasco para analizar la realidad actual y las necesidades de este colectivo en Euskadi. La jornada ‘La Fragilidad. Potenciando el desarrollo vital’ sirvió para reflexionar sobre posibles vías de intervención que permitan mejorar la calidad de vida de las personas que se encuentren en esta situación, y entre ellas destacó el acompañamiento como el factor principal para responder a este problema.
El evento comenzó con una aproximación al término “fragilidad” desde las más diversas perspectivas, por tratarse de una realidad social compleja y variable. De entre todas ellas, se puso la atención en su relación con la vulnerabilidad y el deterioro, y es que “aunque vivimos en una sociedad que busca controlar los riesgos, el deterioro forma parte de la vida y no se puede evitar, por lo que debemos abordar este proceso, y hacerlo combinando la viabilidad y sostenibilidad de las intervenciones con la necesidad de que el usuario las perciba con calidad y con las exigencias de equidad”.
En este sentido, y como la vida es un proceso abierto, se explicó que las intervenciones también lo deben ser, buscando alternativas y no cerrándose a un mecanismo de prevención rígido. También se recordó que la OMS sigue relacionando la intervención en materia de salud sólo con la rehabilitación funcional, y se advirtió que “en realidad habría que ligar más esta visión con las capacidades que tienen las personas (o que debemos ayudarles a tener) para adaptarse a los retos, más allá de si presentan una funcionalidad del 100% o de un grado menor”.
Detección y maltrato
Tras esta primera aproximación, se recordó que el proceso de atención a la fragilidad debe comenzar con su detección, para lo que hay que realizar un esfuerzo por trabajar en el desarrollo de un lenguaje común, con instrumentos de medición y evaluación compartidos y coordinados. “La descoordinación es una debilidad que hay que tratar de superar para poder ver a las personas en su conjunto”, se afirmó.
También se señaló que la detección de casos de fragilidad se liga mucho al riesgo de maltrato, tanto físico o económico, que se puede dar en la relación con los demás, bien de manera activa o bien por la omisión y falta del cuidado que la persona necesita. “Una detección que no es sencilla, pues las personas mayores tienen más dificultades en percibir los maltratos, muchas veces por tener la autoestima baja y pensar que se lo merecen”.
En este sentido, en la jornada se avanzó el resultado del estudio del primer protocolo del Gobierno Vasco para identificar, prevenir y actuar en casos de maltrato, y que elevó a una de cada seis las personas mayores de 65 años que presentan factores de riesgo. Por ello se hizo una llamada de atención a los profesionales que intervienen respecto a situaciones de fragilidad, “para que actúen con cautela, pues el alta podría ser en ocasiones un síntoma de abandono, algo que habría que evitar”.
El acompañamiento, factor esencial
Si la perspectiva del maltrato es la que a menudo se liga a la fragilidad, y sin olvidar que hay que luchar para prevenirlo y repararlo en su caso, desde el punto de vista de Hurkoa la cuestión de la fragilidad se afronta más desde el fomento del buen trato, como una manifestación de justicia social. Por este motivo, para Hurkoa la fragilidad se presenta como un proceso en el que el factor esencial para combatirlo es el acompañamiento, sobre todo a las personas que más sufren, porque todos somos interdependientes y necesitamos de la relación y de la interacción con los demás.
Este acompañamiento en el camino de la vida se debe realizar con un enfoque comunitario, y sobre todo sin ser un obstáculo, partiendo de la realidad de la persona y respetando sus derechos. Facilitando que las personas vivan saludablemente y mejorando su situación, lo que en ocasiones requiere asumir un pasado no perfecto y ayudar a la persona a que mire al futuro con esperanza.
Con todo esto, las claves de ese acompañamiento serían la accesibilidad, evitando rupturas con su lugar de residencia, y el aseguramiento de su calidad de vida, con un enfoque muy centrado en la particularidad de cada persona, lo que obliga a la escucha activa de las personas y de sus preferencias. Además es esencial una continuidad en la intervención, frente a las rupturas que se observan tantas veces cuando se pasa de una atención o servicio a otro, que suele ser también necesario, pero que lleva a partir otra vez casi desde cero.
Revisión y recursos
Esta continuidad debe estar unida a una revisión y puesta a punto permanente de la intervención que se está llevando a cabo. Es un camino en el que no necesariamente es todo feliz y en el que, como la vida misma, existen muchos desencuentros. Y es así desde el inicio, “momento en el que hay que hacer esfuerzos importantes, fomentando una relación de confianza sin la que se podrá ir al lado, pero no se estará acompañando”.
Además, ese acompañamiento requiere recursos, los cuales deben servir para tratar de anticiparse a las situaciones de fragilidad, si es posible. Así, en el transcurso de la jornada se valoró muy positivamente el anuncio del nuevo decreto de cartera de servicios sociales completo y actualizado, que parece que llegará de modo inmediato. Sin embargo, se advirtió de que estos recursos aunque tienden a ser individualizados tienen un carácter de generalidad, y se reseñó que deberían tener en cuenta también las situaciones excepcionales. “Las personas no somos iguales, somos únicas y las situaciones en las que nos encontramos pueden ser también muy distintas”.
Se puso especial énfasis en que los servicios deben respetar siempre a la persona, porque el objetivo es mantener su capacidad o incluso capacitarlas si es posible para que vivan sin ayuda. Se les acompañará, pero no tomando las decisiones en su nombre ni modificando las conductas ordinarias de su vida. “Se trata en todo caso de una representación que exige que tengamos en cuenta no lo que pensamos nosotros mismos, sino lo que esa persona pensaría en la situación a la que se enfrenta en ese momento sin ser capaz de gestionarla directamente”.
Atención integral y evalucación
Por último se explicó que los servicios deben buscar una atención integral, puesto que pueden verse enfrentados a situaciones complicadas, como por ejemplo cuando por no haberse adoptado las decisiones adecuadas en su momento no hay una persona de referencia que pueda sustituir o representar a la que ya no tiene capacidad. Y se recordó que allá donde hay intervención siempre debe haber una evaluación de la calidad de los servicios, no sólo desde el punto de vista de su eficacia y su eficiencia, sino teniendo muy en cuenta la opinión y deseos de los usuarios o personas a las que se acompaña, y todo ello con especial atención a los principios de justicia social.
- Cada vez más mayores viviendo solos -
La directora de Servicios Sociales del Gobierno Vasco, Lide Amilibia, presidió la inauguración de la jornada, y mostró su preocupación por una sociedad cada vez más envejecida. Según los datos que maneja, el 21% de los ciudadanos vascos tiene más de 65 años, de los que un 28,6% supera ya los 80, con un porcentaje cada vez más alto de los que viven solos. Ante esta situación, desde el Gobierno Vasco se están activando diferentes políticas para asegurar su calidad de vida.
A su juicio, la sociedad está viviendo un gran cambio demográfico y las estructuras se deben cambiar. “Y es que la adaptación de estas personas al nuevo entorno es muy compleja y hay que ayudarles, más cuando se encuentran en situación de soledad”. Así, explicó que existe una gran coordinación entre los departamentos de Trabajo y Sanidad, que han colaborado en el ámbito sociosanitario para darles una respuesta adecuada a través de diferentes líneas estratégicas.
Estas actuaciones están encaminadas a la prestación de servicios sociales destinados a las personas mayores dependientes, y que han puesto especial énfasis en la reducción de sus costes y en el incremento del número de plazas en los centros que les atienden. Además el Gobierno Vasco también se está implicando en la detección de malos tratos psicológicos y económicos, con un instrumento nuevo cuyos primeros resultados se darán a conocer muy pronto de manera oficial.